miércoles, 15 de enero de 2014

Actividad 2. Adaptación del cuento

Toda Clase de Hojas


Cuenta la leyenda que hace ya mucho tiempo en un lejano reino de lo más normal, ocurrió una vez una historia extraordinaria.

Como ya he dicho era una aldea de lo más normal, donde sus habitantes llevaban una vida sencilla y feliz, sin más preocupaciones que las de trabajar, todos los habitantes se conocían y convivían cordialmente. Los reyes de la aldea eran queridos y adorados por todos y cada uno  de los que en su reino habitaba, al igual que el resto llevaban una vida idílica y feliz, incluso para aumentar su felicidad si cabe estaban esperando una niña, lo que también colmaba de felicidad al resto de habitantes.

 Cuando al fin llegó el día del nacimiento, todo el reino acudió en masa a las puertas del castillo a ver a la nueva princesa, pero cuando los reyes mostraron su hija al pueblo, estos quedaron impresionados antes semejante dulzura y belleza. Era como si el tiempo se hubiera paralizado, nadie se movió ante el asombro, incluso el cantar de los pájaros se silenció.

A medida que la princesa fue creciendo y se convirtió en una joven,  su belleza aumentaba también, había incluso quién aseguraba que la princesa era la mujer más bella de todos los reinos. Pero a la princesa era una persona muy extrovertida e inquieta y la vida de la realeza le aburría extremadamente, no la gustaba nada asistir a aquellos actos tan aburridos i era incapaz de estar escuchando discursos durante largos periodos de tiempo, así que siempre aprovechaba algún despiste para salirse con la suya y librarse de sus tareas de princesa, irse a los establos, donde se pasaba las horas con los caballos, o al bosque disfrutando de la naturaleza. En realidad lo que la princesa quería, como cualquier joven, era poder hacer en cada momento lo que más la apeteciera, lo cierto era que esto traía de cabeza a los reyes que no sabían que más hacer para cumpliera con sus obligaciones y llegar a convertirse en una buena reina en un futuro. A pesar de ello la relación con sus padres era muy buena.

A medida a pasaba el tiempo los reyes se preocupaban por emparejar a su hija, aunque tenían muy claro que su hija se casaría con quien ella eligiera, pero a pesar de este oportunidad, la princesa nunca mostró ningún entusiasmo por contraer matrimonio. Un día, los reyes, decidieron avisar a todos los príncipes de los reinos, para que su hija eligiese a uno con el que se casaría. Aquel día la princesa aconsejada por las damas se puso su mejor vestido, se recogió su larga  melena rubia en un precioso moño y recibió a todos los príncipes que sus padres había hecho avisar. Todos y cada uno de los príncipes fue pasando de uno en uno para pedir la mano a los reyes pero en cuanto contemplaban la belleza de la princesa se quedaban paralizados y apenas podían balbucear unas cuantas palabras. Una vez cayó la noche y cuando los reyes acompañados de su hija, esperaban ya al último príncipe, apareció una alta y delgada mujer de aspecto tenebroso acompañada de su hijo, la mujer exigía a los reyes que casaran a la princesa con su hijo, a lo que la princesa se negó, a pesar de no quedar más pretendientes, los padres que habían prometido a su hija respetar su decisión así lo hicieron. Ante la negativa de los reyes la mujer entró en cólera y maldijo al reino con un hechizo “felices os creéis, pero no sabéis que ha este estado no volveréis” y de un portazo se marcharon. Todos los presentes soltaron una carcajada y tomaron a la mujer por una loca. Lo cierto es que durante las horas siguientes nada altero la feliz rutina de los habitantes, excepto el disgusto de los reyes, que veían como su hija no tenía ni el menor interés en prometerse.

Al día siguiente  todo parecía de lo más normal, hasta que los primeros habitantes del reino salieron de sus casas como de costumbre para  ir a trabajar al campo. Fue en ese momento cuando tuvieron la extraña sensación  de que todo lo que había a su alrededor había aumentado de forma desproporcionada su tamaño, de tal  manera que los arboles parecía que medían kilómetros, los arbustos pequeños habían pasado a convertirse en gigantes murallas de ramas y hojas,  algunas de las rocas superaban de largo el tamaño del castillo.

Cuando los reyes se enteraron de lo ocurrido mandaron avisar al sabio brujo, quien les informó, que estaban equivocados, no eran las cosas las que habían aumentado su tamaño, sino que eran ellos quienes habían sido transformados en diminutos seres de la longitud de la hierba, por eso todo aquello  que les rodeaba, exceptuando sus casas que habían encogido en la misma proporción, les parecía de un tamaño enorme. También les informó de que todo aquello era producto del hechizo que la mujer de aspecto tenebroso, que vino a pedir la mano de la princesa para su hijo, había lanzado sobre todos los habitantes del reino. Y que la única manera de deshacer el hechizo era que la princesa que casara por amor.

A medida que pasaban los días el enfado, la frustración se apoderó de los habitantes que vieron como su rutina era mucho más complicada, le resultaba casi imposible cultivar en el huerto, ya que lo que crecía era de un tamaño mucho mayor que sus casas, las cabras y ovejas habían pasado a convertirse de fuente de alimento a un gran peligro, no les era posible cazar ya que diminutas armas no suponían ninguna amenaza. Por todos ellos la frustración y enfado de los habitantes se centró sobre todo en la familia real  y en especial en la princesa, quien rechazó al hijo de la hechicera. El rey y la reina también se contagiaron de un sentimiento de preocupación y tristeza, ya que veían a su pueblo sufrir y poco a poco la comida se agotaría, temiéndose incluso lo peor. Todos estos problemas hicieron que la reina enfermara.

Por más que los médicos se esforzaban por curar a la reina esta no mejoraba, y una noche en compañía del rey le confesó que tenía el presentimiento de que no aguantaría mucho más, pero que le tenía que prometer que si esto fuera así, el cuidaría de su hija e intentaría solucionar el problema que el hechizo había provocado. El rey le aseguro que haría todo lo posible por cuidar tanto de su hija como del pueblo. Como cada noche antes de acostarse la princesa entró en la habitación de la reina con la intención de darla un beso de buenas noches, cuando se encontró a sus padres, la reina le dijo que se acercara que tenía que darle algo, y esta le entregó   su propio anillo de boda y dos precisos pendientes largos, le dijo que le traerían suerte y la ayudarían a volver a encontrar la felicidad.

A la mañana siguiente los médicos informaron de la trágica noticia al rey y a la princesa que quedaron muy tristes. Rápido la noticia se extendió por todo el reino, lo que hizo que aumentara el enfado de los habitantes hacia la princesa.

La princesa que desde que se hizo efectivo el hechizo había caído en una profunda tristeza, ahora se sentía aun peor, ya que se sentía la causante tanto de la muerte de su madre como de todos los males que afectaban al pueblo. Aun así aun había una persona en el reino que no le guardaba rencor, su padre, quien a pesar de la situación había volcado todo su cariño en la princesa, y le había apoyado. Pero esto  para la princesa no era suficiente, se sentía culpable, había convertido un reino feliz libre de preocupaciones, en uno triste, enfadado, lleno de problemas y donde ya empezaba a haber problemas de con la escasez de comida, y lo peor estaba por llegar, la temporada de lluvias. ¿Qué iba a ser de todos ellos si su tamaño era similar al de una gota de agua?

La princesa no podía soportar más aquella carga y decidió que lo mejor sería alejarse de esta forma calmaría un poco el enfado del pueblo, al fin y al cabo todo había sido por su culpa.

Llena de valor la princesa fue a decírselo a su padre, aunque sabía la respuesta tenía que intentarlo. El rey se negó, ya había perdido a su mujer y no iba a permitir perder también a su hija, además dejarla marchar sin protección y con aquel diminuto tamaño era una temeridad.

A pesar de que su padre le había dicho que no se iría la princesa pensaba que era lo mejor y por ello siempre intentaba convencerle diciéndole que volvería, que sólo sería hasta que la situación se calmara y de paso intentar encontrar una solución al hechizo, aun así el padre seguía convencido en no dejar marchar a su hija. La princesa que ya no sabía como convencer a su padre para que la dejara marchar, que dijo que si no quería que se marchara le regalara un abrigo hecho únicamente de hojas, las hojas más bonitas y resplandecientes, pero a la vez que fuese un vestido de su tamaño actual, lo que haría más difícil encontrar hojas enteras de tamaños diminutos y luego unirlas,  pensando que jamás lo conseguiría y así tendría que dejarla marchar.

El rey que aceptó, mandó a sus diminutos hombres, con el peligro que suponía, a buscar hojas minúsculas para hacer el vestido. A pesar de la difícil tarea y cuando la princesa ya pensaba que no lo conseguirían y su padre tendría que dejarla abandonar el reino, llegaron las hojas, las más bonitas, mejor conservadas y resplandecientes hojas que podía haber en todo el mundo. La princesa no perdió su esperanza al pensar que sería imposible coser las hojas y que resistieran apenas dos pasos.

Al cabo de una semana cuando la princesa estaba en su cuarto, el rey llamó a la puerta y le hizo entrega de su abrigo de hojas, la princesa quedó absolutamente sorprendida, era un abrigo precioso, con todas las hojas unidas sin dejar ningún agujero por el que entrara el frío, hecho de hojas frescas y todas de diferentes formas. La princesa se lo probó anduvo varios pasos, esperó a ver si las hojas se soltaban, pero no fue así, así que corrió por todo el palacio dando saltos pero no había manera de que se desprendiera ninguna, cuando ya estaba agotada volvió a su cuarto donde le recibió su padre con una sonrisa de tranquilidad.

La princesa, que se asomaba por la ventana de su habitación y veía la tristeza y preocupación en los rostros de los habitantes intentando adaptar a su nueva vida de seres diminutos por su culpa. Miró hacia el horizonte, apenas podía ver por encima de la hierba que allí crecía, pensó en que sería de ellos si alguna persona despistada andaba por ahí y no los veía o si algún animal encontrara en ellos un alimento fácil.

Esa misma noche la princesa hizo un pequeño hato con cosas básicas,  se puso el anillo de hojas, el anillo y los pendientes que le había regalado su madre y rompiendo el trato que había hecho con su padre abandonó el palacio con suficiente cuidado para que los guardias que había no la vieran.

Sabía que en cuanto su padre se diera cuenta que había salido del palacio mandaría a sus hombres a buscarla por todos los reinos si hiciera falta, por eso no perdió ni un segundo en echar a correr. Lo cierto es que una vez que estaba fuera del palacio no sabía que hacer ni donde ir,  además con semejante tamaño tardaría una eternidad en encontrar  alguna aldea o reino y en caso de hacerlo tendría que tener cuidado de que no huyeran de ella o la mataran al ver a una persona tan pequeña.

Finalmente decidió dirigirse hacia el este donde había un gran reino del que su padre le había hablado en alguna ocasión.

La princesa estuvo caminando durante varios día, incluso semanas, con la única compañía de las canciones que tan bien cantaba y que su madre le había enseñado cuan era una niña Durante aquellos días se tuvo que enfrentar a diferentes peligros, como animales o insectos, y se alimentó de las enormes y peligrosas frutas que caían con violencia de los arboles. Durante las noches las princesa se tumbaba a los pies de una flor, se hacía una bola y tapada con su precioso abrigo de hojas pasaba totalmente desapercibida.

A pesar de haber sobrevivido bastante bien desde que escapó del reino, la princesa estaba agotada y muy desanimada, había perdido casi por completo cualquier esperanza de encontrar aquel reino del que su padre le hablaba, incluso por un momento llegó a plantearse el volver al reino, pero rápidamente lo descartó, no por falta de ganas sino por lo lejos que ya se encontraba.

Mientras caminaba, la princesa, escucho un extraño sonido,  como si dos objetos se estuviesen rozando de manera suave y rítmica. El sonido cada vez se escuchaba mejor y más cerca, la princesa empezó a inquietarse hasta que de repente se detuvo y casi acto seguido  un inquietante y escalofriante seseo hizo que el corazón de la princesa se acelerara de manera incontrolada, esta se dio la vuelta y encontró a una enorme serpiente preparada para atacar que se levantaba varios centímetros del suelo. Sorprendentemente y  cuando la princesa ya se temía lo peor, la serpiente quedó asombrada y rectificó, volviendo a apoyar la cabeza sobre el suelo, y es que nunca se había encontrado con un humano de un tamaño tan pequeño. Ante aquel asombro a la serpiente no le quedó más remedio que preguntar a la princesa el por qué de su tamaño, lo que dejó a la princesa más sorprendida aún, ya que ella nunca había oído a ningún animal que hablara ni tenía conocimiento de ello. Tras unos segundos de preguntas y respuestas el ambiente poco a poco se normalizó y la serpiente empezó a interesarse por la princesa, le preguntó que si era una princesa, por qué había abandonado su reino, y la princesa le contó la historia desde el principio. Al terminar, la serpiente le dijo que si quería ella le podía llevar hasta el reino que andaba buscando, así no se cansaría e irían más rápido, además la serpiente también le proporcionaría seguridad, la princesa a cambio cantaría para ella, y el camino sería más ameno.

Tras varios días de camino, algo terrible sucedió, mientras  avanzaban por entre las hierbas, la serpiente que ya era experta en estas situaciones, sintió como un águila desde el cielo se había fijado en ellas para convertirlas en su almuerzo, por lo que la serpiente empezó a ir cada vez más deprisa, lo que hacía que el movimiento en zigzag de su cuerpo fuese cada vez más violento e inestable para la princesa, que tras avanzar unos pocos metros salió despedida, con tan mala suerte que se golpeo en la cabeza con el tronco de un árbol y quedó tendida en el suelo inconsciente. Afortunadamente llevaba puesto el abrigo de hojas, lo que hizo lo que la ayudaba a camuflarse bastante bien.

Pocos días más tarde la princesa despertó, muy aturdida no conseguía recordar con claridad que había ocurrido. A pesar de lo débil que se encontraba, consiguió levantarse y mirando a su alrededor se dio cuenta de algo increíble, había vuelto a su estado natural. Pensó que debía tratarse de un sueño, pero mirando a su alrededor observó que lo que veía era demasiado real como para ser un sueño. Pronto le vino a la cabeza la idea de que el efecto el hechizo había desaparecido porque había entrado en las tierras de otro reino, y así era, en cuando  la princesa levanto la cabeza y miro en la dirección a la que se dirigía vio a lo lejos del reino del que había oído hablar a su padre, tal y como lo había imaginado. Sin dudarlo la joven se puso en marcha.

Cuando llego a las puertas del nuevo reino, se recordó a si misma que no debía contarle a nadie su verdadera identidad o la tomarían por una loca.

La princesa que estaba muy débil, por el largo camino que había hecho decidió acudir al castillo, donde se ofrecería para ayudar en lo que hiciera falta a cambio de comida y un sitio donde poder dormir. Una vez allí, un hombre gordo y gruñón, le dijo a la princesa que se encargaría del cuidado de los caballos de los reyes, que debería cuidarlos con el mayor de los cuidados y que recordara algo muy importante, debía meter los caballos en el establo todos los días antes de que de que el sol se escondiera. La princesa que desde pequeña le encantaban los caballos y se sabía diferentes trucos para que estuvieran siempre perfectos, acepto sin dudarlo un segundo.

Durante su estancia allí la princesa pensaba mucho en su padre y su reino, debían estar preocupados, sobre todo su padre, pero pensaba que era mejor así, además en el nuevo reino estaba muy contenta, incluso de vez en cuando había tenido la ocasión de ver al príncipe, quien le parecía un joven muy atractivo, aunque nuca se había atrevido a hablar con él, ya que el nunca se fijaría en una sirvienta, que siempre iba llena de barro, polvo y paja.

Según pasaba el tiempo la princesa se fijaba cada vez más en el príncipe, y se esmeraba  de forma especial en el cuidado de su caballo, para que al día siguiente todo estuviera perfecto para él, peinaba al caballo, le quitaba el polvo, incluso con las hojas hacía un mejunje que lo dejaba casi brillante y con un olor maravilloso. Todos los días el príncipe cuando montaba en su caballo, le recorría una sensación especial, como si lo hipnotizara. El príncipe quiso conocer a la persona que cuidaba tan bien de su caballo, pero la princesa que lo observaba desde la distancia, cuando vio se acercaba a ella se escondió. El príncipe al no encontrarla, lo dejo pasar y lo olvido.

Un día por la mañana mientras preparaba el caballo del príncipe para que lo montara, la princesa engancho uno de los pendientes que le regaló su madre en las riendas. Cuando el príncipe fue a montarse en el caballo vio el pendiente, pero pensó que la chica que se encargaba de los caballos lo habría olvidado.

Al día siguiente se volvió a repetir la misma historia, la princesa engancho el otro pendiente en las riendas. Cuando el príncipe se fue a subir al caballo, volvió a ver que estaba enganchado el pendiente otra vez. Esta vez ya no le pario tan normal, sobre todo porque un pendiente no se engancha solo, así que fue a avisar al hombre viejo y gordo, quien organizaba a todos los sirvientes, y le dijo que quería hablar con la muchacha que se encargaba de los caballos. Cuando el hombre fue a avisar a la princesa, a esta no le quedaba más opción y cogió el abrigo de toda clase de hojas y se puso la capucha y sin levantar la cabeza demasiado se acerco al príncipe. Este que apenas podía ver más que su boca y la barbilla, le agradeció los cuidados que le dedicaba al caballo y le pregunto por los pendientes y la princesa fingió no saber nada y se marchó.

Esa misma noche mientras la princesa metía a los caballos en el establo, el príncipe, que no había terminado de creerse lo que la princesa le había dicho, bajo y desde la puerta la observó. Aunque desde la distancia no podía verla con claridad la cara, lo que vio le llamó la atención. Mientras la princesa guardaba los caballos en el establo, cantaba una de sus canciones, algo que hizo volver al príncipe a un estado de hipnosis.

Al siguiente día el príncipe de dijo al hombre gordo que quería que le dijera que le dijera a la muchacha que acudiese al baile que iban a celebrar. El hombre acepto y así se lo hizo saber a la princesa, con la única condición de que tenía que volver antes de que anocheciera a mete a los caballos.

La princesa muy contenta, con la ayuda de las demás sirvientas estuvo todo el día arreglándose, se recogió el pelo, el anillo de su madre y un precioso vestido que la hacía estar radiante.

En el baile, el príncipe que consiguió ver la cara de la princesa con claridad, era incapaz de reconocerla entre todas las personas que allí estaban. Asique desanimado, se olvido de que acudiría y se puso a bailar, hasta que una joven muchacha llamó su atención, a medida que se acercaba a ella más guapa le parecía. El príncipe la alejo de la gente, para poder hablar con ella más tranquilo. Algo en ella recordaba familiar, poco a poco el príncipe se iba embobando con aquella muchacha, hasta que al fin creyó estar seguro de que se trataba de la joven del establo. La princesa se encontraba tan nerviosa que comenzó a frotarse las manos con tal violencia que el anillo se le cayó, cuando fijo su mirada en el suelo para cogerlo, el príncipe reconoció esa barbilla y esos labios de la primera vez que la vio. En ese momento y antes de que pudiera coger el anillo el príncipe le pidió le cantara una canción para asegurarse de que no estaba equivocado, la princesa que levanto la cabeza y vio tras el príncipe los últimos rayos de sol, corrió al establo para guardas a los caballos. El príncipe paralizado durante unos segundos, se agachó, cogió en anillo y bajo las escaleras que conducían al establo. Lo que vio, fue a la joven con el mismo vestido, que aun no le había dado tiempo a cambiarse, guardando  a los caballos mientras les cantaba. El príncipe se acercó y arrodillándose frente a ella, le pregunto colocándole el anillo, que si se casaría con él, la princesa llena de felicidad aceptó.

Pasaron pocos días hasta que la ceremonia se hizo oficial. Una vez casados la princesa que se acordó del hechizo, le contó al príncipe quien era realmente y lo que había ocurrido en su reino.
La princesa salió veloz en busca de su padre a ver si el hechizo se había roto, y así fue la princesa se reencontró con su padre, el pueblo reino volvió a recuperar el tamaño que le correspondía y los habitantes volvieron a ser los más felices, sin tener que preocuparse por nada.

Fin



Este cuento está  dirigido para niños de tercero de primaria.

   Los cambios que he realizado para esta adaptación son los siguientes:

-                Para romper un poco con lo clásico, he decidido que en esta historia sea la princesa quien decide con quien quiere casarse, y no le venga impuesto por conveniencias ajenas.
-                He preferido cambiar el incesto que el padre pretendía, por el hecho de que este quiere que se quede con el únicamente por el cariño que le tiene. A cambio como motivo original para que la princesa abandone su reino es el hechizo, que por otro lado me parece que le da un toque diferente.
-                Los regalos que la madre le hace a la princesa antes de morir, son cosas más sencillas y actuales para que los niños lo entiendan fácilmente.
-                La forma en la que el príncipe del nuevo reino y la princesa se conocen también es diferente, al igual que el oficio que esta realiza en el castillo.

3 comentarios:

  1. Algunos de tus cambios han supuesto una ruptura con el esqueleto del cuento que os conté.

    Te recuerdo el esquema del viaje iniciático que subyace al cuento de Toda clase de pieles:

    - La protagonista no puede cumplir algo que su padre le exige.
    - Consigue un poco de tiempo pidiéndole a su padre regalos muy difíciles. Pero él los obtiene.
    - Pide un regalo más, casi imposible de conseguir, pero el rey lo logra.
    - Huye llevándose los recuerdos de su madre y los regalos de su padre.
    - Vive por sus propios medios ocultando su identidad, y luego es encontrada y llevada a un lugar donde nadie sabe quién es y trabaja muy por debajo de su clase social.
    - Se enamora del chico y escoge el momento justo para jugar con su doble identidad (princesa y sirvienta) y lograr que él se enamore de ella.
    - Para conseguirlo utiliza los recuerdos de su madre y los regalos de su padre (que le permiten convertirse en dos personas diferentes).
    - Finalmente, el chico se enamora de ella y se le declara.

    Tú mismo puedes ver qué aspectos has omitido.

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  2. Creo que es un cuento sumamente entretenido y que adaptándolo a cualquier edad puede servir de base para hacer muchas actividades.

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  3. Creo que no has seguido estrictamente la estructura que Irune propuso para el trabajo pero me ha encantado la historia, me gusta mucho más tu historia que la original. ¡Vigila algunas faltas de ortografia Patoo!

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