Toda Clase de Hojas
Cuenta la
leyenda que hace ya mucho tiempo en un lejano reino de lo más normal, ocurrió
una vez una historia extraordinaria.
Como ya he
dicho era una aldea de lo más normal, donde sus habitantes llevaban una vida
sencilla y feliz, sin más preocupaciones que las de trabajar, todos los
habitantes se conocían y convivían cordialmente. Los reyes de la aldea eran
queridos y adorados por todos y cada uno
de los que en su reino habitaba, al igual que el resto llevaban una vida
idílica y feliz, incluso para aumentar su felicidad si cabe estaban esperando
una niña, lo que también colmaba de felicidad al resto de habitantes.
Cuando al fin llegó el día del nacimiento,
todo el reino acudió en masa a las puertas del castillo a ver a la nueva
princesa, pero cuando los reyes mostraron su hija al pueblo, estos quedaron
impresionados antes semejante dulzura y belleza. Era como si el tiempo se
hubiera paralizado, nadie se movió ante el asombro, incluso el cantar de los
pájaros se silenció.
A medida que la
princesa fue creciendo y se convirtió en una joven, su belleza aumentaba también, había incluso
quién aseguraba que la princesa era la mujer más bella de todos los reinos.
Pero a la princesa era una persona muy extrovertida e inquieta y la vida de la
realeza le aburría extremadamente, no la gustaba nada asistir a aquellos actos
tan aburridos i era incapaz de estar escuchando discursos durante largos
periodos de tiempo, así que siempre aprovechaba algún despiste para salirse con
la suya y librarse de sus tareas de princesa, irse a los establos, donde se
pasaba las horas con los caballos, o al bosque disfrutando de la naturaleza. En
realidad lo que la princesa quería, como cualquier joven, era poder hacer en
cada momento lo que más la apeteciera, lo cierto era que esto traía de cabeza a
los reyes que no sabían que más hacer para cumpliera con sus obligaciones y
llegar a convertirse en una buena reina en un futuro. A pesar de ello la
relación con sus padres era muy buena.
A medida a
pasaba el tiempo los reyes se preocupaban por emparejar a su hija, aunque
tenían muy claro que su hija se casaría con quien ella eligiera, pero a pesar
de este oportunidad, la princesa nunca mostró ningún entusiasmo por contraer
matrimonio. Un día, los reyes, decidieron avisar a todos los príncipes de los
reinos, para que su hija eligiese a uno con el que se casaría. Aquel día la
princesa aconsejada por las damas se puso su mejor vestido, se recogió su
larga melena rubia en un precioso moño y
recibió a todos los príncipes que sus padres había hecho avisar. Todos y cada
uno de los príncipes fue pasando de uno en uno para pedir la mano a los reyes
pero en cuanto contemplaban la belleza de la princesa se quedaban paralizados y
apenas podían balbucear unas cuantas palabras. Una vez cayó la noche y cuando
los reyes acompañados de su hija, esperaban ya al último príncipe, apareció una
alta y delgada mujer de aspecto tenebroso acompañada de su hijo, la mujer
exigía a los reyes que casaran a la princesa con su hijo, a lo que la princesa
se negó, a pesar de no quedar más pretendientes, los padres que habían
prometido a su hija respetar su decisión así lo hicieron. Ante la negativa de
los reyes la mujer entró en cólera y maldijo al reino con un hechizo “felices
os creéis, pero no sabéis que ha este estado no volveréis” y de un portazo se
marcharon. Todos los presentes soltaron una carcajada y tomaron a la mujer por
una loca. Lo cierto es que durante las horas siguientes nada altero la feliz
rutina de los habitantes, excepto el disgusto de los reyes, que veían como su
hija no tenía ni el menor interés en prometerse.
Al día
siguiente todo parecía de lo más normal,
hasta que los primeros habitantes del reino salieron de sus casas como de
costumbre para ir a trabajar al campo.
Fue en ese momento cuando tuvieron la extraña sensación de que todo lo que había a su alrededor había
aumentado de forma desproporcionada su tamaño, de tal manera que los arboles parecía que medían
kilómetros, los arbustos pequeños habían pasado a convertirse en gigantes
murallas de ramas y hojas, algunas de
las rocas superaban de largo el tamaño del castillo.
Cuando los
reyes se enteraron de lo ocurrido mandaron avisar al sabio brujo, quien les
informó, que estaban equivocados, no eran las cosas las que habían aumentado su
tamaño, sino que eran ellos quienes habían sido transformados en diminutos
seres de la longitud de la hierba, por eso todo aquello que les rodeaba, exceptuando sus casas que
habían encogido en la misma proporción, les parecía de un tamaño enorme.
También les informó de que todo aquello era producto del hechizo que la mujer
de aspecto tenebroso, que vino a pedir la mano de la princesa para su hijo,
había lanzado sobre todos los habitantes del reino. Y que la única manera de
deshacer el hechizo era que la princesa que casara por amor.
A medida que
pasaban los días el enfado, la frustración se apoderó de los habitantes que
vieron como su rutina era mucho más complicada, le resultaba casi imposible
cultivar en el huerto, ya que lo que crecía era de un tamaño mucho mayor que
sus casas, las cabras y ovejas habían pasado a convertirse de fuente de
alimento a un gran peligro, no les era posible cazar ya que diminutas armas no
suponían ninguna amenaza. Por todos ellos la frustración y enfado de los
habitantes se centró sobre todo en la familia real y en especial en la princesa, quien rechazó
al hijo de la hechicera. El rey y la reina también se contagiaron de un
sentimiento de preocupación y tristeza, ya que veían a su pueblo sufrir y poco a
poco la comida se agotaría, temiéndose incluso lo peor. Todos estos problemas
hicieron que la reina enfermara.
Por más que los
médicos se esforzaban por curar a la reina esta no mejoraba, y una noche en
compañía del rey le confesó que tenía el presentimiento de que no aguantaría
mucho más, pero que le tenía que prometer que si esto fuera así, el cuidaría de
su hija e intentaría solucionar el problema que el hechizo había provocado. El
rey le aseguro que haría todo lo posible por cuidar tanto de su hija como del
pueblo. Como cada noche antes de acostarse la princesa entró en la habitación
de la reina con la intención de darla un beso de buenas noches, cuando se
encontró a sus padres, la reina le dijo que se acercara que tenía que darle
algo, y esta le entregó su propio
anillo de boda y dos precisos pendientes largos, le dijo que le traerían suerte
y la ayudarían a volver a encontrar la felicidad.
A la mañana
siguiente los médicos informaron de la trágica noticia al rey y a la princesa
que quedaron muy tristes. Rápido la noticia se extendió por todo el reino, lo
que hizo que aumentara el enfado de los habitantes hacia la princesa.
La princesa que
desde que se hizo efectivo el hechizo había caído en una profunda tristeza,
ahora se sentía aun peor, ya que se sentía la causante tanto de la muerte de su
madre como de todos los males que afectaban al pueblo. Aun así aun había una
persona en el reino que no le guardaba rencor, su padre, quien a pesar de la
situación había volcado todo su cariño en la princesa, y le había apoyado. Pero
esto para la princesa no era suficiente,
se sentía culpable, había convertido un reino feliz libre de preocupaciones, en
uno triste, enfadado, lleno de problemas y donde ya empezaba a haber problemas
de con la escasez de comida, y lo peor estaba por llegar, la temporada de lluvias.
¿Qué iba a ser de todos ellos si su tamaño era similar al de una gota de agua?
La princesa no
podía soportar más aquella carga y decidió que lo mejor sería alejarse de esta
forma calmaría un poco el enfado del pueblo, al fin y al cabo todo había sido
por su culpa.
Llena de valor
la princesa fue a decírselo a su padre, aunque sabía la respuesta tenía que
intentarlo. El rey se negó, ya había perdido a su mujer y no iba a permitir
perder también a su hija, además dejarla marchar sin protección y con aquel
diminuto tamaño era una temeridad.
A pesar de que
su padre le había dicho que no se iría la princesa pensaba que era lo mejor y
por ello siempre intentaba convencerle diciéndole que volvería, que sólo sería
hasta que la situación se calmara y de paso intentar encontrar una solución al
hechizo, aun así el padre seguía convencido en no dejar marchar a su hija. La
princesa que ya no sabía como convencer a su padre para que la dejara marchar,
que dijo que si no quería que se marchara le regalara un abrigo hecho
únicamente de hojas, las hojas más bonitas y resplandecientes, pero a la vez
que fuese un vestido de su tamaño actual, lo que haría más difícil encontrar
hojas enteras de tamaños diminutos y luego unirlas, pensando que jamás lo conseguiría y así tendría
que dejarla marchar.
El rey que
aceptó, mandó a sus diminutos hombres, con el peligro que suponía, a buscar
hojas minúsculas para hacer el vestido. A pesar de la difícil tarea y cuando la
princesa ya pensaba que no lo conseguirían y su padre tendría que dejarla
abandonar el reino, llegaron las hojas, las más bonitas, mejor conservadas y
resplandecientes hojas que podía haber en todo el mundo. La princesa no perdió
su esperanza al pensar que sería imposible coser las hojas y que resistieran
apenas dos pasos.
Al cabo de una
semana cuando la princesa estaba en su cuarto, el rey llamó a la puerta y le
hizo entrega de su abrigo de hojas, la princesa quedó absolutamente
sorprendida, era un abrigo precioso, con todas las hojas unidas sin dejar
ningún agujero por el que entrara el frío, hecho de hojas frescas y todas de
diferentes formas. La princesa se lo probó anduvo varios pasos, esperó a ver si
las hojas se soltaban, pero no fue así, así que corrió por todo el palacio dando
saltos pero no había manera de que se desprendiera ninguna, cuando ya estaba
agotada volvió a su cuarto donde le recibió su padre con una sonrisa de
tranquilidad.
La princesa,
que se asomaba por la ventana de su habitación y veía la tristeza y
preocupación en los rostros de los habitantes intentando adaptar a su nueva
vida de seres diminutos por su culpa. Miró hacia el horizonte, apenas podía ver
por encima de la hierba que allí crecía, pensó en que sería de ellos si alguna
persona despistada andaba por ahí y no los veía o si algún animal encontrara en
ellos un alimento fácil.
Esa misma noche
la princesa hizo un pequeño hato con cosas básicas, se puso el anillo de hojas, el anillo y los
pendientes que le había regalado su madre y rompiendo el trato que había hecho
con su padre abandonó el palacio con suficiente cuidado para que los guardias
que había no la vieran.
Sabía que en
cuanto su padre se diera cuenta que había salido del palacio mandaría a sus
hombres a buscarla por todos los reinos si hiciera falta, por eso no perdió ni
un segundo en echar a correr. Lo cierto es que una vez que estaba fuera del
palacio no sabía que hacer ni donde ir,
además con semejante tamaño tardaría una eternidad en encontrar alguna aldea o reino y en caso de hacerlo
tendría que tener cuidado de que no huyeran de ella o la mataran al ver a una
persona tan pequeña.
Finalmente
decidió dirigirse hacia el este donde había un gran reino del que su padre le
había hablado en alguna ocasión.
La princesa
estuvo caminando durante varios día, incluso semanas, con la única compañía de
las canciones que tan bien cantaba y que su madre le había enseñado cuan era
una niña Durante aquellos días se tuvo que enfrentar a diferentes peligros,
como animales o insectos, y se alimentó de las enormes y peligrosas frutas que
caían con violencia de los arboles. Durante las noches las princesa se tumbaba
a los pies de una flor, se hacía una bola y tapada con su precioso abrigo de
hojas pasaba totalmente desapercibida.
A pesar de
haber sobrevivido bastante bien desde que escapó del reino, la princesa estaba
agotada y muy desanimada, había perdido casi por completo cualquier esperanza
de encontrar aquel reino del que su padre le hablaba, incluso por un momento
llegó a plantearse el volver al reino, pero rápidamente lo descartó, no por
falta de ganas sino por lo lejos que ya se encontraba.
Mientras
caminaba, la princesa, escucho un extraño sonido, como si dos objetos se estuviesen rozando de
manera suave y rítmica. El sonido cada vez se escuchaba mejor y más cerca, la
princesa empezó a inquietarse hasta que de repente se detuvo y casi acto
seguido un inquietante y escalofriante
seseo hizo que el corazón de la princesa se acelerara de manera incontrolada,
esta se dio la vuelta y encontró a una enorme serpiente preparada para atacar
que se levantaba varios centímetros del suelo. Sorprendentemente y cuando la princesa ya se temía lo peor, la
serpiente quedó asombrada y rectificó, volviendo a apoyar la cabeza sobre el
suelo, y es que nunca se había encontrado con un humano de un tamaño tan
pequeño. Ante aquel asombro a la serpiente no le quedó más remedio que
preguntar a la princesa el por qué de su tamaño, lo que dejó a la princesa más
sorprendida aún, ya que ella nunca había oído a ningún animal que hablara ni
tenía conocimiento de ello. Tras unos segundos de preguntas y respuestas el
ambiente poco a poco se normalizó y la serpiente empezó a interesarse por la
princesa, le preguntó que si era una princesa, por qué había abandonado su
reino, y la princesa le contó la historia desde el principio. Al terminar, la
serpiente le dijo que si quería ella le podía llevar hasta el reino que andaba
buscando, así no se cansaría e irían más rápido, además la serpiente también le
proporcionaría seguridad, la princesa a cambio cantaría para ella, y el camino
sería más ameno.
Tras varios
días de camino, algo terrible sucedió, mientras
avanzaban por entre las hierbas, la serpiente que ya era experta en
estas situaciones, sintió como un águila desde el cielo se había fijado en
ellas para convertirlas en su almuerzo, por lo que la serpiente empezó a ir
cada vez más deprisa, lo que hacía que el movimiento en zigzag de su cuerpo
fuese cada vez más violento e inestable para la princesa, que tras avanzar unos
pocos metros salió despedida, con tan mala suerte que se golpeo en la cabeza
con el tronco de un árbol y quedó tendida en el suelo inconsciente.
Afortunadamente llevaba puesto el abrigo de hojas, lo que hizo lo que la
ayudaba a camuflarse bastante bien.
Pocos días más
tarde la princesa despertó, muy aturdida no conseguía recordar con claridad que
había ocurrido. A pesar de lo débil que se encontraba, consiguió levantarse y
mirando a su alrededor se dio cuenta de algo increíble, había vuelto a su
estado natural. Pensó que debía tratarse de un sueño, pero mirando a su alrededor
observó que lo que veía era demasiado real como para ser un sueño. Pronto le
vino a la cabeza la idea de que el efecto el hechizo había desaparecido porque
había entrado en las tierras de otro reino, y así era, en cuando la princesa levanto la cabeza y miro en la
dirección a la que se dirigía vio a lo lejos del reino del que había oído
hablar a su padre, tal y como lo había imaginado. Sin dudarlo la joven se puso
en marcha.
Cuando llego a
las puertas del nuevo reino, se recordó a si misma que no debía contarle a
nadie su verdadera identidad o la tomarían por una loca.
La princesa que
estaba muy débil, por el largo camino que había hecho decidió acudir al
castillo, donde se ofrecería para ayudar en lo que hiciera falta a cambio de
comida y un sitio donde poder dormir. Una vez allí, un hombre gordo y gruñón,
le dijo a la princesa que se encargaría del cuidado de los caballos de los
reyes, que debería cuidarlos con el mayor de los cuidados y que recordara algo
muy importante, debía meter los caballos en el establo todos los días antes de
que de que el sol se escondiera. La princesa que desde pequeña le encantaban
los caballos y se sabía diferentes trucos para que estuvieran siempre
perfectos, acepto sin dudarlo un segundo.
Durante su
estancia allí la princesa pensaba mucho en su padre y su reino, debían estar
preocupados, sobre todo su padre, pero pensaba que era mejor así, además en el
nuevo reino estaba muy contenta, incluso de vez en cuando había tenido la
ocasión de ver al príncipe, quien le parecía un joven muy atractivo, aunque
nuca se había atrevido a hablar con él, ya que el nunca se fijaría en una
sirvienta, que siempre iba llena de barro, polvo y paja.
Según pasaba el
tiempo la princesa se fijaba cada vez más en el príncipe, y se esmeraba de forma especial en el cuidado de su
caballo, para que al día siguiente todo estuviera perfecto para él, peinaba al
caballo, le quitaba el polvo, incluso con las hojas hacía un mejunje que lo
dejaba casi brillante y con un olor maravilloso. Todos los días el príncipe
cuando montaba en su caballo, le recorría una sensación especial, como si lo
hipnotizara. El príncipe quiso conocer a la persona que cuidaba tan bien de su
caballo, pero la princesa que lo observaba desde la distancia, cuando vio se
acercaba a ella se escondió. El príncipe al no encontrarla, lo dejo pasar y lo
olvido.
Un día por la
mañana mientras preparaba el caballo del príncipe para que lo montara, la
princesa engancho uno de los pendientes que le regaló su madre en las riendas.
Cuando el príncipe fue a montarse en el caballo vio el pendiente, pero pensó que
la chica que se encargaba de los caballos lo habría olvidado.
Al día
siguiente se volvió a repetir la misma historia, la princesa engancho el otro
pendiente en las riendas. Cuando el príncipe se fue a subir al caballo, volvió
a ver que estaba enganchado el pendiente otra vez. Esta vez ya no le pario tan
normal, sobre todo porque un pendiente no se engancha solo, así que fue a
avisar al hombre viejo y gordo, quien organizaba a todos los sirvientes, y le
dijo que quería hablar con la muchacha que se encargaba de los caballos. Cuando
el hombre fue a avisar a la princesa, a esta no le quedaba más opción y cogió
el abrigo de toda clase de hojas y se puso la capucha y sin levantar la cabeza
demasiado se acerco al príncipe. Este que apenas podía ver más que su boca y la
barbilla, le agradeció los cuidados que le dedicaba al caballo y le pregunto
por los pendientes y la princesa fingió no saber nada y se marchó.
Esa misma noche
mientras la princesa metía a los caballos en el establo, el príncipe, que no
había terminado de creerse lo que la princesa le había dicho, bajo y desde la
puerta la observó. Aunque desde la distancia no podía verla con claridad la
cara, lo que vio le llamó la atención. Mientras la princesa guardaba los
caballos en el establo, cantaba una de sus canciones, algo que hizo volver al
príncipe a un estado de hipnosis.
Al siguiente
día el príncipe de dijo al hombre gordo que quería que le dijera que le dijera
a la muchacha que acudiese al baile que iban a celebrar. El hombre acepto y así
se lo hizo saber a la princesa, con la única condición de que tenía que volver
antes de que anocheciera a mete a los caballos.
La princesa muy
contenta, con la ayuda de las demás sirvientas estuvo todo el día arreglándose,
se recogió el pelo, el anillo de su madre y un precioso vestido que la hacía
estar radiante.
En el baile, el
príncipe que consiguió ver la cara de la princesa con claridad, era incapaz de
reconocerla entre todas las personas que allí estaban. Asique desanimado, se
olvido de que acudiría y se puso a bailar, hasta que una joven muchacha llamó
su atención, a medida que se acercaba a ella más guapa le parecía. El príncipe
la alejo de la gente, para poder hablar con ella más tranquilo. Algo en ella
recordaba familiar, poco a poco el príncipe se iba embobando con aquella
muchacha, hasta que al fin creyó estar seguro de que se trataba de la joven del
establo. La princesa se encontraba tan nerviosa que comenzó a frotarse las
manos con tal violencia que el anillo se le cayó, cuando fijo su mirada en el
suelo para cogerlo, el príncipe reconoció esa barbilla y esos labios de la
primera vez que la vio. En ese momento y antes de que pudiera coger el anillo
el príncipe le pidió le cantara una canción para asegurarse de que no estaba
equivocado, la princesa que levanto la cabeza y vio tras el príncipe los
últimos rayos de sol, corrió al establo para guardas a los caballos. El
príncipe paralizado durante unos segundos, se agachó, cogió en anillo y bajo
las escaleras que conducían al establo. Lo que vio, fue a la joven con el mismo
vestido, que aun no le había dado tiempo a cambiarse, guardando a los caballos mientras les cantaba. El
príncipe se acercó y arrodillándose frente a ella, le pregunto colocándole el
anillo, que si se casaría con él, la princesa llena de felicidad aceptó.
Pasaron pocos
días hasta que la ceremonia se hizo oficial. Una vez casados la princesa que se
acordó del hechizo, le contó al príncipe quien era realmente y lo que había
ocurrido en su reino.
La princesa
salió veloz en busca de su padre a ver si el hechizo se había roto, y así fue
la princesa se reencontró con su padre, el pueblo reino volvió a recuperar el
tamaño que le correspondía y los habitantes volvieron a ser los más felices,
sin tener que preocuparse por nada.
Fin
Este cuento está dirigido para niños de tercero de
primaria.
Los cambios que he realizado para esta adaptación son los siguientes:
- Para romper un poco con lo clásico, he decidido que en esta historia sea la princesa quien decide con quien quiere casarse, y no le venga impuesto por conveniencias ajenas.
- He preferido cambiar el incesto que el padre pretendía, por el hecho de que este quiere que se quede con el únicamente por el cariño que le tiene. A cambio como motivo original para que la princesa abandone su reino es el hechizo, que por otro lado me parece que le da un toque diferente.
- Los regalos que la madre le hace a la princesa antes de morir, son cosas más sencillas y actuales para que los niños lo entiendan fácilmente.
- La forma en la que el príncipe del nuevo reino y la princesa se conocen también es diferente, al igual que el oficio que esta realiza en el castillo.
Algunos de tus cambios han supuesto una ruptura con el esqueleto del cuento que os conté.
ResponderEliminarTe recuerdo el esquema del viaje iniciático que subyace al cuento de Toda clase de pieles:
- La protagonista no puede cumplir algo que su padre le exige.
- Consigue un poco de tiempo pidiéndole a su padre regalos muy difíciles. Pero él los obtiene.
- Pide un regalo más, casi imposible de conseguir, pero el rey lo logra.
- Huye llevándose los recuerdos de su madre y los regalos de su padre.
- Vive por sus propios medios ocultando su identidad, y luego es encontrada y llevada a un lugar donde nadie sabe quién es y trabaja muy por debajo de su clase social.
- Se enamora del chico y escoge el momento justo para jugar con su doble identidad (princesa y sirvienta) y lograr que él se enamore de ella.
- Para conseguirlo utiliza los recuerdos de su madre y los regalos de su padre (que le permiten convertirse en dos personas diferentes).
- Finalmente, el chico se enamora de ella y se le declara.
Tú mismo puedes ver qué aspectos has omitido.
Creo que es un cuento sumamente entretenido y que adaptándolo a cualquier edad puede servir de base para hacer muchas actividades.
ResponderEliminarCreo que no has seguido estrictamente la estructura que Irune propuso para el trabajo pero me ha encantado la historia, me gusta mucho más tu historia que la original. ¡Vigila algunas faltas de ortografia Patoo!
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